Estoy a 22 horas de mi gran momento, sentada en la cama, resolviendo uno de mis últimos pendientes. Recordé cuando era esa niña y adolescente, que se negaba a la idea de unir su vida en matrimonio. Recordé cuando hace diez años conocí a mi ahora esposo (por el civil), cuando cruzo por mi mente la idea de: Podríamos ser tan felices juntos. E inmediatamente la borre, por ser tan jóvenes. Como el tiempo, la vida o Dios fue tan sabio como para hacerme vivir y aprender tantas cosas lejos de él. Como un día de pronto, ese hombre regreso a mi vida y cambio todo de perspectiva. Y creó el sueño que estoy a punto de cumplir. Dejo en manos de ese destino, que el día de mañana resulte como deba ser, porque aprendí con el tiempo, errores y tropezones que lo que está destinado a suceder, encuentra el camino fantástico para realizarse.