Últimamente se han puesto de moda y se utilizan en fiestas, celebraciones y bodas, principalmente como centros de mesa llenos de flores, como veleros y lámparas colgantes, etc., sobre todo en ambientes rústicos y vintage.
Estos tarros son los míticos “Ball Mason Jar” y tiene su origen en Philadelphia, en 1858 cuando John L. Mason, un jovencísimo hojalatero patentó el primer frasco de cristal con tapa de rosca fabricada en zinc. Treinta años más tarde, en 1885, los hermanos Frank y Edmund Ball de Buffalo (Nueva York) comenzaron a fabricarlos en serie. Fue todo un éxito entre la población de entonces ya que era un método revolucionario para conservar alimentos herméticamente, además de ser reutilizable. Desde entonces se les denomina con los apellidos de los dos grandes impulsores de la marca, Ball Mason.
Además de cristal transparente que es el más común, se llegó a fabricar en varios colores con el fin de tamizar la luz del sol y preservar el sabor y el valor nutricional de los alimentos durante más tiempo. El “Ball Mason Blue” o aguamarina tomaba su color característico de la arena del lago Michigan utilizada en la creación del frasco, aunque este vidrio sólo se hizo hasta 1937. El azul intenso, verde oscuro o los tonos ámbar son algunos de los colores más raros y por lo tanto los más codiciados por los coleccionistas.
Actualmente se siguen fabricando en EEUU y las principales compañías que las suministran son Ball y Kerr.
Los botes no solo se utilizan para las conservas, como pueden ver se le pueden dar muchísimas aplicaciones. Hay infinidad de DIY con unas ideas fantásticas, espero que les sirva de inspiración.



































