Me emociona estar de vuelta, 13 días después de nuestro gran día y 2 despus de nuestra luna de miel... estoy cansada pero exageradamente enamorada y feliz.
Uno de los primeros momentos que quiero compartir con ustedes es único y sé que se quedará en mi memoria por el resto de mis días.
A pesar de siempre sostener que en nuestra boda no lloraría este momento me derrumbó.
Después de la hermosa ceremonia en la iglesia y tanto ajetreo en la recepción el maestro de ceremonia nos pide nuestra presencia en la pista anunciando que bailaríamos como esposos por primera vez... las luces bajan, el silencio reina... y ahí estamos solamente él y yo...
La música sería un misterio para mi, no tuve tiempo ni de proponer ninguna canción así que di por dentado que él elegiría algo significativo para ambos.
Mientras tomábamos nuestro lugar en la pista, la oscuridad quedándose detrás de unos destellos de luz azul que iluminaban el fondo del salón... escuché un sonido de olas, y una melodía que me dejó helada... inmediatamente las primeras notas de una de mis canciones favoritas empezó a sonar y sólo pude recostar mi cabeza en su hombro y soltar lágrimas de tanta felicidad.
Fuego de noche, nieve de día de Ricky Martin sonaba hermosa mientras las luces cambiaban su tonalidad ambar, roja, azul, verde y ahí estábamos ambos... yo más enamorada que nunca y él feliz y orgulloso de haberme sorprendido como era su misión. El tiempo se detuvo. Bailamos sin dejar de mirarnos y nuestros hijos, familia y amigos invitados tan queridos nos aplaudían sin cesar. Ese momento único ahora de recordarlo me eriza la piel...

