Novi@s, estoy seguro de que lo han escuchado más de una vez, es uno de esos consejos que medio mundo da, con absoluta seguridad, a una pareja que está por iniciar su vida en la misma casa: no se duerman enojados.
¿Pero de verdad es tan buen tip? Yo no estoy seguro. Digo, depende -para empezar- de la situación que llevó al enojo. Si fue un problema menor (como que alguien dejó una luz encendida o apachurró el tubo de la pasta de dientes por en medio en vez del final), claro que es algo que se resuelve pronto. Pero si hablamos de un conflicto mayor, de ésos que ponen a la pareja en jaque, que mueven sus cimientos... creo que es mejor tomar las cosas con templanza.
No estoy sugiriendo que repriman sus emociones o que se calmen antes de hablar; cada pareja tendrá sus propias dinámicas de discusión, y algunas prefieren solucionar los problemas al calor del momento (en principio, no está mal, siempre y cuando no se dejen llevar por completo por las emociones negativas). Me refiero a que, a veces, un problema grande requiere de una resolución reflexiva, crítica, y eso lleva tiempo.
Discutir (ojo a la palabra, no dije pelear) por horas, después del estrés y del cansancio del trabajo y las labores del hogar, con el pendiente de levantarse temprano al otro día, y obligarse a terminar la discusión antes de dormir porque les dijeron que así debía de ser puede conducir a dos salidas nada buenas:
1) No concluir realmente la discusión, sino interrumpirla y fingir (o incluso creer) que resolvieron el conflicto con tal de darse permiso de descansar.
2) Seguir y seguir hablando hasta que el sueño los haga olvidar el sentido de la discusión, decir cosas sin pensar, interpretar algo diferente a lo que nuestra pareja quiso decirnos, exagerar sus reacciones y llegar a una conclusión catastrófica de la que tal vez puedan arrepentirse. Supongo que todos alguna vez nos hemos quedado trabajando hasta la madrugada y nos damos cuenta de cómo nuestro rendimiento va bajando. Bueno, pues imaginen eso más el estrés emocional de una pelea. El resultado no será nada positivo.
Para dialogar es necesario estar relajados, lúcidos, abiertos a escuchar y entender, y dispuestos a exponer nuestro malestar de manera sana. Se vale pedir una pausa, tranquilizarse (si no emocional, al menos sí físicamente) y continuar al otro día. Es horrible dormir enojados, sí, pero será más horrible empujar la relación a un extremo que no es su lugar. Si la idea es pasar toda la vida juntos, ¿por qué apresurar un momento importante y decisivo? Si las decisiones buenas para la pareja se toman con cuidado, ¿por qué no tener todavía más cautela con las que pueden hacerle daño?
¿Ustedes qué opinan? Si aún no han vivido juntos, ¿han hablado de este tema? Si ya lo han hecho, ¿qué les ha funcionado mejor?