Hola queridas brides!!
Hoy les traigo algo de historia, a cerca de una boda tradicionalista de la Cultura Purépecha o Tarasca. Se me ocurrió este tema ya que yo nací en Morelia Michoacán. A pesar de que no he asistido a ni una, me di a la tarea de investigar a cerca de ella. Descubrí algunas de las costumbres más arraigadas que aún se viven en nuestro país, en los pueblitos más desconocidos de México.
Debo decir que me causa mucha impresión las costumbres nupciales que aún conservan en comparación con las bodas actuales. Este tema no lo hago con la intención de ofender a alguna persona ni de criticar a la Etnia Purépecha, es simplemente para conocer como siguen preservando así, con gran orgullo, las costumbres y tradiciones místicas que ensalzan a la cultura Tarasca, la cual forma parte importante de este México.
BODA PURÉPECHA O TARASCA
Antiguamente, entre las comunidades de la sierra a la boda se le llamaba kánakua, voz tarasca que significa “corona”, ya que durante el enlace se portaba sobre la cabeza una corona de pan. Hoy en día ésta ha sido sustituida por una corona de pequeñas flores. El primer día de la boda (pues el festejo llega a durar varios días), desde el amanecer las campanas de la iglesia no dejan de sonar, recordando a todos los pobladores el evento que se realizará. Llegada la hora, los novios son acompañados por sus parientes desde sus respectivas casas.
Después de la ceremonia religiosa, esposos, invitados y familiares, acompañados del cuetero –que anuncia la fiesta– y de la banda de música que interpreta diferentes canciones, se trasladan a la casa de los padrinos, quienes con gran alegría brindan su hogar a todos los presentes. Con marcado costumbrismo, las mujeres y los hombres forman dos grupos. Mientras unas mujeres se encargan de las labores de la cocina, otras atienden a los invitados siendo los hombres a quien dan preferencia. Debido a la hora, a todos los asistentes se les ofrece un jarro de atole acompañado de varias piezas de pan.
Dentro de la casa de los padrinos, los ancianos de la comunidad –por quienes se tiene un gran respeto–, los padres de los novios, los recién desposados y los padrinos entran a una de las habitaciones de la casa, y con gran solemnidad y en lengua tarasca proceden a pedir por el bienestar de la pareja. Arrodillados ante un altar con diversas imágenes religiosas y veladoras, dan gracias a su dios por permitirles celebrar la unión; el altar se complementa con botellas de alcohol de caña, figuras de pan, cigarros, etcétera, que representan la abundancia de la cual estará rodeada la pareja.
Mientras tanto, en la casa del novio un ejército de parientes preparan gran cantidad de corundas, que son unos tamales de masa de maíz envueltos en hojas de la misma planta.Asimismo, se prepara el churhipu, que es carne de res en caldo con chile, muy similar al mole de olla, todo acompañado con la tradicional charanda. Para trasladarse de un lugar a otro, como ritual permanente se debe ir bailando por las calles del pueblo al ritmo de la música que toca la banda; esto se repite invariablemente en todos los lugares que se visitan, donde además no se podrán despreciar los alimentos que los anfitriones otorgan a los invitados.
Durante uno de los recorridos por el pueblo, los hombres jóvenes/ niños, llevan colgando del hombro unos atados de leña simulados, de donde penden pequeñas tiras de carne seca, símbolo de la responsabilidad masculina de proveer de recursos a la casa. En cuanto a las mujeres, éstas portan su rebozo tradicional, en el que colocan una pieza de pan en forma de niño, y completan su ornamentación con las ramas de un árbol del lugar, significando con ello la fertilidad materna y el cuidado de la familia.
Los padrinos juegan un papel muy importante dentro de la ceremonia. El ser padrino no es cosa fácil, pues éste deberá llevar cargando durante dos recorridos –uno diario–, los enseres domésticos que les han regalado a los jóvenes esposos, utensilios que van desde piezas de plástico, como platos y escobas, hasta ollas de peltre, cazuelas de barro, metate y molcajete, lo que representa un verdadero reto de resistencia, ya que el recorrido abarca toda la comunidad.
Al final de la ceremonia la novia es llevada a la casa de los padres del novio, en cuya entrada la esperan las “maringuiñas” –hombres disfrazados de mujer–, quienes la hacen recorrer el lugar a toda velocidad para mostrarle el que será su nuevo hogar, y que compartirá con su familia política por lo menos un año, tiempo durante el cual será la encargada de realizar todas las actividades domésticas de la casa. En otras ocasiones la recién casada es introducida a la cocina, donde se le embarra la cara con cenizas del fogón, otorgándosele con esto el título de responsable absoluta del lugar.
En cuanto a los regalos, familiares y amigos manifiestan a los novios su beneplácito dándoles prendas de vestir, que para la novia van desde faldas y blusas de colores llamativos hasta zapatos, mientras que para el novio son sombreros, cinturones, camisas, pantalones y botas, hasta cobijas y cobertores. En todos los casos los novios deberán bailar con el otorgante, con el obsequio puesto sobre los hombros o en las manos, como muestra de agradecimiento. Como detalle curioso, familiares, amigos e invitados de la comunidad contribuyen a la realización del festejo: las mujeres le regalan a la madre del novio un mandil bordado de punto de cruz, el cual deberá portar durante todo el acto; los hombres, en cambio, generalmente le manifiestan su apoyo dándole dinero para los imprevistos que surjan.
Pues bien brides, ahora ya saben cómo se celebra una boda tradicional de la Cultura Purépecha.
BESITOS!