Hace algún tiempo sufrí de una depresión ocasionada principalmente por el desempleo, aunque pasaron algunas otras cosas tristes en mi vida. Comencé llorando mucho, fatiga, cansancio, olvidaba las cosas. Después fue peor, no podía levantarme de la cama, me la pasaba encerrada y a oscuras. No quería ver a nadie, ya nada me divertía nie daba emoción. Las cosas que me gustaba hacer, ya no me daban ganas de hacerlas.
Comencé a ir a terapia y me llegó un buen trabajo por casualidad, todo fue mejorando y así fue que nos comprometimos. Ha sido un año y medio de organizar la boda y crecer profesionalmente, increíble. A haces no podía creer que era la misma persona que algún día vivía para dormir y llorar, nunca me sentí mejor. Pero ahora llegó el COVID-19. Yo no quiero cancelar ni posponer, pero te ven como monstruo si no lo haces, mucha gente no asistirá a nuestra boda el próximo 21 de marzo y quienes lo hagan será con miedo a contagiarse de algo. Dónde mire, hay pánico... La bella luna de miel que pensamos, adios; las conversaciones giran en torno a que no hay víveres en el supermercado, a dibalito le dio tos, hay que tener pánico y encerrarse.
De nuevo me llegan las ganas de llorar todo el tiempo, hoy no me he levantado de mi cama y no quiero hacerlo y anoche no pegué ojo, la dueña del banquete mandó un mensaje que hoy nos vemos de manera urgente, y muero porque creo que nos quiere cancelar. Creo que un segundo periodo depresivo está sobre mi y he perdió la ilusión sobre el "mejor día de mi vida".
Se ha ocultado el contenido
Para mostrar este contenido, por favor haz clic aquí