Hola, Comunidad
Ya les di una probadita de mi boda, y les conté todos los bloopers… también me gustaría contarles de mi tornaboda, esa fiestita del día después en la que todo mundo se cura la cruda y tienes oportunidad de una convivencia más relajada con los invitados más enfiestados.
Mi papá se encargó de todo y la verdad es que se lució. La fiesta fue en un jardín que está justo frente al jardín en el que fue la recepción de la boda, así que los invitados no tuvieron ningún problema para llegar. Mi papá tomó el micrófono casi al final de la fiesta una noche antes para hacer el anuncio a los invitados, y como la invitación fue tan informal yo pensaba que la gente no iba a ir… pero me equivoqué.
Decidimos empezar temprano, ya que era domingo y la mayoría de la gente tenía que regresar a sus casas temprano a descansar para empezar la semana, y otros tantos viajarían de regreso a sus ciudades ese mismo día. Así que a partir de la 1pm se abrieron las puertas del jardín y empezamos a recibir gente, al principio solo éramos unas 20 personas y yo temía que no llegara nadie más, porque mi papá había comprado un montón de comida y cerveza… pero a partir de las 2:30 empezaron a llegar de verdad y terminamos con 150 personas comiendo, bebiendo, cantando y disfrutando de la convivencia.
Como ya les comenté el pronóstico del clima para el día de mi boda decía que llovería muchísimo, pero no cayó ni una gota, el aguacero se vino como a las 3pm durante la tornaboda y fue tan fuerte que hasta granizó un ratito. Yo llevaba el cabello suelto, planchado y súper lacio, pero con la humedad de la lluvia se empezó a encrespar y parecía un león, afortunadamente llegó mi mágica estilista y en cuanto me vio me dijo que podía hacerme una trenza rápida, así que pasé el resto de la fiesta muy a gusto con mi trencita.
Mi papá contrató un guitarrista de cierta fama en la ciudad, que canta trova precioso, y los invitados más talentosos ya con unas copitas encima se animaron a cantar poco a poco, y se armó el karaoke en vivo… hasta yo me animé a dedicarle un par de canciones a mi marido.
A las 8 se terminó la fiesta, pero nosotros decidimos llevar a los amigos que venían de fuera, y que se quedarían un día más, a conocer “La Cerve”, un drive inn famosísimo en Chihuahua, en donde Rubén un día como cualquier otro me pidió que me fuera a vivir con él como si me estuviera invitando al cine.
Así que seguimos la fiesta casi hasta las 12, bailamos un rato, comimos chamorro de cerdo y papas preparadas, brindamos mil veces por los novios, por los amigos, por volver a reunirnos… Rubén y yo llegamos una vez más rendidos al hotel, pero felices de haber pasado un fin de semana maravilloso con familiares y amigos a los que apreciamos tanto, y que nos hicieron sentir tan amados.
Mi maridito y yo con mi mamá
Disfrutando de la comida
Los amigos desde Toluca
Enfiestados en La Cerve
Posando con las guamas
Y a seguir bailando